Hay varias versiones de su historia, pero la más creíble es la que nos aporta el Ayuntamiento de la ciudad: explica la existencia de un hombre de nombre Joan Pontons en los mediados del siglo XVIII muy querido por todos los vecinos. Su apellido fue cambiado de Pontons a Petons, ya sea por una evolución filológica o por ironía (o quizás cariño) de sus vecinos.

La otra versión, más romántica, es la siguiente: cuentan que hace muchos años atrás, este callejón si tenía salida y era el paso que hacían los prisioneros camino de la horca para ser ajusticiados. Por lo cual esta calle significa la última despedida con sus seres queridos y familiares y, obviamente, los últimos abrazos, grandes derrames de lágrimas y los últimos besos.

En el presente, los 14 de febrero, Día de San Valentín, muchas parejas pasan por esta calle ya sea en honor a los presos o bien por darse un beso como sugiere el nombre de esta calle. Su ubicación en el casco antiguo de la ciudad atrae muchos turistas todo el año. ¿Y tú? ¿Ya te has hecho una selfie bajo el letrero de la calle?