El espacio más allá de la muralla, era considerada zona militar por lo que estaba prohibido construir allí. Esto implicaba que muchas fábricas y nuevas viviendas para trabajadores de esas fábricas, se instalaron en pueblos vecinos como Gràcia, Sants, San Martín, San Andrés, etc.

La relación entre Barcelona y estos otros pueblos fue tranquila, como podemos confirmar por la existencia de carreteras y servicios regulares de transporte entre ellos, como el Portal del Ángel, el actual Paseo de Gràcia, y otros.

En 1854 las murallas de la ciudad de Barcelona fueron demolidas. Aún así, no fue hasta 1859 que se permitió que un proyecto de desarrollo ampliara la ciudad. El proyecto fue ganado por el arquitecto Antoni Rovira i Trias, pero finalmente, el gobierno de España impuso otro ganador: el ingeniero Cerdà.

Cerdà planea un gran rectángulo de calles paralelas horizontales y verticales, formando un conjunto de casas cuadradas, con chaflanes en forma de angulos. La idea original era construir solo dos lados de cada bloque, y el resto dentro de estos bloques eran áreas verdes.

Con el Eixample, nació un nuevo modelo de vivienda (copiando a lo que ya ocurría en otras capitales europeas): ya no se construyen grandes palacetes que acomodaran a una única familia, sino edificios para múltiples familias.

Buen ejemplo de ello, son la Casa Lleó Morera, la Casa Amatller o la Casa Batllo.