El industrial Pere Milà y su esposa Roser Segimon encargaron a Antoni Gaudí que construyera un edificio de apartamentos en el límite que separa Barcelona de la antigua ciudad de Gràcia, con el objetivo de convertir la planta principal en una residencia familiar y alquilar el resto de las viviendas.

Antoni Gaudí construyó 2 bloques de pisos, con entradas separadas, dispuestos alrededor de 2 grandes patios interconectados, que facilitan la entrada de luz a todas las viviendas, con una única fachada independiente ondulada cuyos ritmos sinuosos se hacen eco en el interior. Además, en lugar de los tradicionales muros de carga de peso, el edificio se basa en una estructura de pilares que permite una estructura de piso abierto con grandes aberturas en la fachada. La construcción altamente innovadora y los métodos ornamentales marcaron una desviación del diseño arquitectónico tradicional del día.

La Casa Milà es popularmente conocida como «La Pedrera» (la cantera de piedra) en alusión a la semejanza de su fachada con una cantera abierta.