En la Plaza de la Vila de Madrid, a pocos pasos de Las Ramblas, en el Barrio Gótico, se encuentra el antiguo cementerio romano. Esta necrópolis fue instalada fuera de las murallas medievales junto a una de las vías de acceso más importantes a la ciudad de Barcino. La localización se debía a que era impensable (por razones de salud) que colocaran el cementerio dentro de la ciudad y por la cremación y los entierros dentro de la ciudad estaban prohibidos por la ley romana que imperaba.

El convento de Santa Teresa de las Carmelitas de Barcelona (que se instaló aquí muchos siglos más tarde) sufrió el mismo destino que muchos otros en 1936: fue completamente quemado durante una revolución. Cuando el ayuntamiento quiso recuperar el espacio del convento convertido en cenizas para convertirlo en un jardín, tropezó con los restos de esta necrópolis romana.

Hoy se pueden visitar alrededor de 70 tumbas de los siglos II y III. Estas tumbas se construyeron en piedra con una forma bañera, una manera ampliamente utilizada entre la gente de la clase media y pobre.